Volantines, trompos, emboques y rayuela: juegos chilenos tradicionales.

Una de las características más importantes de las tradiciones de un país, no es tan solo analizarlas o plasmarlas en libros o estudios, sino continuar su práctica y disfrute como parte de nuestra vida cotidiana. En particular, los juegos, que han pervivido y logrado entretener a tantas generaciones de chilenos, siguen siendo una de las atracciones más llamativas de cada mes de la patria.
¿Quién no ha encumbrado un volantín o hecho bailar un trompo? La emoción que distingue a estos juegos, que pueden parecer muy simples, se relaciona también con deleitar el entorno y la convivencia entre pares, compañeros de juego y a la vez en competidores. Después de pasar un invierno frío, húmedo y con pocas horas de luz, la cercanía de la primavera que viene de la mano con la llegada de septiembre, permite que estos juegos se desarrollen en plazas, calles, parques, aceras y potreros.
Los volantines visten de colores alegres el cielo azul de septiembre. Como objeto, son artefactos sencillos de fabricar y sus materiales son también humildes: papel semi translúcido muy fino y liviano, pero a la vez resistente y muy colorido, varillas de madera de caña, similar al bambú, pegamento, e hilo. Su aspecto suele ser cuadrado o romboidal, se da forma a la estructura con una varilla central ubicada verticalmente y una costilla curvada hacia arriba de forma horizontal, de punta a punta. A las varillas se unen los tirantes con el hilo de algodón más grueso que el hilo de coser y que servirá para sostener y movilizar el volantín en el aire. En el extremo, se agrega muchas veces una “cola” del mismo papel o bien de tela fina.

Elevar un volantín tradicional conlleva todo un desafío que se logra gracias a la brisa de primavera, a medida que nos acercamos al verano, la brisa va desapareciendo y el calor se hace más intenso, lo que hace imposible continuar con esta actividad. Se requiere técnica y pericia para elevarlo por lo alto, que se mantenga en el aire y describa figuras o compita con otros volantines en distancia y movimiento. Uno de los juegos precisamente consiste en hacer que otros volantines pierdan su estabilidad y caigan o sean cortados en el aire. Para esto se utilizaba el peligroso “hilo curado”, que es hilo al que se adherían fragmentos de vidrio, el cual fue prohibido debido a su alta tasa de accidentes.
Se dice que los volantines llegaron a nuestro país durante la Colonia y su introducción se atribuye a los monjes Benedictinos en torno al siglo XVIII. También se menciona que los monjes Franciscanos se destacaban por su destreza en la elaboración de volantines y que don Ambrosio O’Higgins, era muy aficionado a esta actividad que, en el pasado no estaba sólo reservada a los niños sino también a los adultos, con competiciones oficiales que atraían a gran cantidad de jugadores y observadores.
En otros países, el volantín se conoce como cometa, papagayo, barrilete o pandorga, y son comunes en toda América Latina, España y Asia, especialmente en Tailandia, Filipinas y China, donde en el pasado también tuvieron uso militar, en particular para enviar mensajes cifrados con base en sus colores, formas y movimientos.

Los trompos, también llamados ”peonza”, perinola o cachaza, son dispositivos de juego de pequeño tamaño, por lo general del porte de la mano, aunque puede haber más grandes, consisten en una figura de madera (también metal o plástico) de forma redondeada, troncocónica, cónica o achatada, con una punta del mismo material o bien de metal, que se hace “bailar” enrollando una cuerda y lanzándolo, o bien haciéndolo girar con la mano desde la parte superior. Gracias al efecto giroscópico, el trompo da vueltas sobre su propio eje, al principio con fuerza, y luego cada vez más lentamente hasta que se detiene.
Los juegos con trompo miden el tiempo que estos se mantienen girando, ganando la competición el que dura más o bien lanzándolo y haciendo que otros caigan. También, dependiendo de la destreza de cada jugador, el trompo se toma en la mano y se pasa de una a otra mientras continúa girando en la palma.

Hay trompos en otras muchas partes del mundo, y con dataciones tan antiguas como la Roma Imperial, la Grecia Clásica y Mesopotamia. También hay trompos arqueológicos en nuestras colecciones que hablan de la profundidad histórica que tuvo este juego. También son populares como juego infantil en Japón y Tailandia.

El emboque es un juego de paciencia y destreza, el juego consiste en un objeto de forma más o menos cilíndrica, generalmente de madera u hojalata con un agujero en el centro de la parte inferior y un palillo unido a este con una cuerda o cordel. Con un movimiento coordinado del brazo, el jugador describe un semicírculo en el aire, y debe lograr insertar la punta del madero en el agujero.
Los emboques generalmente se elaboran en madera torneada y hay desde muy pequeños hasta de mayor tamaño, en la ejecución del juego, inciden el peso, la forma, el tamaño y el largo del cordel, que pueden hacer más simple o más complejo el encaje de una pieza en la otra.
Se dice que este juego es originario de Francia en el siglo XVI, donde se denomina “bilboquet” y habría sido jugado por adultos. Cuentan que Enrique III era tan aficionado al emboque que jugaba en la vía pública y la gente comenzó a imitarlo. En el reinado de Luis XV habría alcanzado su época de oro.
Otras versiones hablan de que sería de origen japonés, basado en el kendama, que se diferencia por tener dos copas o cuerpos y una vara.
En España se denomina boliche, y en otros países de América Latina, se conoce como balero, choca, capirucho y hoyuelo. En inglés se denomina cap and ball.

La rayuela, también conocida como tejo, es un juego principalmente de adultos y se llevan a cabo competiciones formales e informales de este.
Consiste en una pequeña cancha de barro no muy blando y arena, de forma cuadrada dividida por el medio con una lienza, y un pasillo de catorce metros limitado por una pequeña barrera de madera a cada lado. Los jugadores, organizados en parejas o por equipos, deben lanzar un disco o cilindro de metal, llegando lo más cerca posible de la lienza para obtener puntaje. Los partidos se juegan a doce rayas o puntos.

Existen tejos de diversos materiales usados en juegos informales o improvisados, hechos de piedra o bien en forma de argollas.
Se dice que su origen podría estar en los pueblos originarios, aunque también se indica que fue introducido en la época de la Conquista. Existen otros juegos similares en Grecia del período Clásico. El nombre “rayuela” se utiliza en otros países, especialmente en Argentina, para referirse a lo que en Chile denominamos “luche”, otro juego infantil muy popular.

Los juegos tradicionales no son solo recuerdos de nuestra infancia, sino tradiciones vivas que hoy podemos seguir disfrutando y transmitiendo a las nuevas generaciones.
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El equipo del CDBP ha elaborado esta nota especial para el mes de septiembre y desea a todos nuestros lectores unas muy felices Fiestas Patrias.